Chema Lázaro

Tenemos que educar para el hoy

¿Cómo interviene la motivación en el aprendizaje de los niños? Chema Lázaro, profesor

Para Chema Lázaro, ser maestro nunca fue la primera opción. El galardonado educador bromea con que jamás fue un buen estudiante, y solo estudiaba para que su madre le dejara hacer deporte y poder ir a los campamentos náuticos en verano. Pero cuando se rompió la pierna en un partido de fútbol, perdió la motivación para seguir estudiando biología marina y encontró su verdadera vocación: enseñar. 

Cuando comenzó a trabajar como tutor, experimentó con implementar un blog de aula con sus alumnos. “Tenía la necesidad de abrirs a mi clase lo que ocurría fuera de ella y de abrir al mundo lo que ocurría dentro de mi clase”, afirma Chema. Esto permitió crear una relación diferente con sus alumnos y en 2013 recibió el Premio Nacional de Educación por este proyecto. 

Durante tres años trabajó en la Comisión de Ayuda al Refugiado en Madrid, donde aprendió la importancia de los equipos interdisciplinares. “Si quieres alcanzar objetivos y trabajas tú solo, lo vas a hacer, pero, si quieres que esos objetivos tengan impacto, lo tienes que hacer con un equipo”, dice Chema, quien entendió a cultivar una sensibilidad diferente gracias a estos intercambios.

Para Chema, el sistema educativo actual tiene que reformular la manera en que se le enseña a la gente. En un mundo que constantemente está cambiando, no puede ser que haya instituciones que den los mismos contenidos durante más de 20 años. También hay que empezar a ver a los alumnos como productores de conocimientos, no solo como receptores. Solo enseñando acerca del pensamiento crítico, la cooperación y la creatividad, se puede formar a los estudiantes de hoy para que en el futuro resuelvan problemas que actualmente no podemos predecir.  

Uno de los pilares de la educación del futuro, para Chema, es la neurodidáctica. Es la rama de la neurociencia que permite migrar de una cultura de la opinión a una cultura basada en la ciencia. De esta forma, los profesores pueden opinar desde la evidencia y no desde la experiencia. Y la mejor manera es motivando a los alumnos a que quieran aprender al vincular lo que ya saben con información novedosa. Al generar vínculos emocionales dentro del aula, es más fácil que los estudiantes anclen y fijen sus aprendizajes en su memoria a largo plazo. 

La investigadora americana Carol Dweck enseña a sus alumnos que “equivocarse es el principio de aprender”, algo que Chema también transmite a sus estudiantes para que entiendan que el error es una oportunidad de mejora. Esta mentalidad de crecimiento permite ver a los retos como oportunidades, además de aprender que “los logros colectivos son una oportunidad para crecer junto a los demás en el aula como espacio de cooperación”. 

Para alimentar esta mentalidad, hay que reconocer a los alumnos no tanto por sus resultados, sino por el esfuerzo y la perseverancia durante todo el proceso de aprendizaje. “Es muy importante trabajar desde la motivación intrínseca del que aprende, es decir, que si el aprendiz no quiere aprender, no va a aprender”, dice Chema. 

En esta línea, Chema es muy crítico de la motivación extrínseca, del refuerzo-castigo, ya que cuando esa recompensa frente a la tarea desaparece, también lo hace la motivación. Herramientas como el juego son mucho más efectivas en la educación, ya que implica en primera persona al alumno y le da un desafío de acuerdo a su propia dificultad. Todo esto permite generar emociones agradables vinculadas al aprendizaje con resultados positivos. 

Durante sus años como profesor, Chema comprendió el valor de la atención: “la atención hay que secuestrarla”. Entre los estímulos que podemos utilizar para esto está el uso de la sorpresa. Todo lo relacionado con lo no rutinario activa el cerebro, al igual que el humor, la curiosidad y el ejercicio físico.  

Chema invita a los profesores y las familias a desmitificar la relación que existe entre las notas y lo que los alumnos saben sobre un tema. “La mayor parte de los exámenes, que llevamos a cabo dentro de las aulas, están constituidos en una cantidad de información que se basan en recordar y evocar información sobre un tema”, dice el educador, y esto a nivel neurocognitivo implica operaciones de orden inferior para los alumnos. 

Solo si el alumno puede relacionar esos contenidos, transferirlos y migrarlos a la memoria de largo plazo. Para recordar mejor esta herramienta, Chema usa una regla nemotécnica de seis erres. Para fomentar una memoria significativa, al cerebro le encanta: la relevancia, la reflexión, la recodificación, la retroalimentación, la repetición y, por último, repasar. 

Para finalizar, Chema aconseja a los profesores que sean contraintuitivos. “La intuición os va a llevar a replicar los mismos modelos en los que habeís crecido, os han educado y creés y tenéis la convicción de que es lo que funciona”. En cambio, cuando se escucha “la llamada salvaje”, ahí podemos encontrarnos con algo que no encontraremos en ningún otro lugar a menos que tengamos la libertad de equivocarnos.

Biografía

Chema Lázaro es profesor del Máster de Neurodidáctica de la Universidad Rey Juan Carlos y fundador de NIUCO, una iniciativa que apuesta por el cambio educativo basado en la aplicación de la neurociencia. En 2013 consiguió el Premio Nacional de Educación.Chema Lázaro es profesor del Máster de Neurodidáctica de la Universidad Rey Juan Carlos y fundador de NIUCO, una iniciativa que apuesta por el cambio educativo basado en la aplicación de la neurociencia. En 2013 consiguió el Premio Nacional de Educación.